Hay quien dice que ‘la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana’. La frase se le atribuye a Napoleón, el famoso militar y gobernante francés que vivió entre los siglos XVII y XVIII. Y es curioso que la haya pronunciado alguien que ganaba batallas monumentales con la misma facilidad con que le aplastaban a su ejército a la batalla siguiente. ¿La clave? Voy a especular: seguramente Napoleón no se dejaba amedrentar por el miedo o el ‘qué dirán’.
Siempre hacia adelante, no hay otro camino. La sociedad lo necesita, nuestra familia y amigos lo necesitan, nuestras organizaciones también. Y nosotros mismos, diseñados en la eternidad, debemos seguir el curso de la vida, hacia adelante.
Si todos aprendiéramos a valorar lo que nos enseña una derrota, la buscaríamos tan incesantemente como buscamos una victoria: con ganas, con empeño. Al final, a veces, no tenemos nada que perder y si mucho que ganar.
Anímate, preparate, no dejés nada en casa, llévalo todo y salí a buscar que te derroten. Si ganás, estupendo, pero si perdés, asegúrate de aprender la lección.
El último mes tuve el honor de conocer al equipo de futbol sala de Coronado, donde resido. Conversando con ellos aprendí cosas de mucho valor. Una de ellas: saber que la adversidad nos hace grandes, y si un capricho del destino –como una tanda de penales- nos derriba, siempre podemos elegir levantarnos de nuevo. No logramos superar la serie contra el equipo rival, pero logramos superarnos a nosotros mismos y volvernos más fuertes. De eso se trata.
Mi reconocimiento a los muchachos, ¡lo mejor está por llegar!
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