Yo puedo elegir.
Tengo ese poder. Lo he usado toda mi vida. Muchas veces ha sido para cosas buenas, otras tantas para cosas no tan buenas o del todo para cosas nada buenas. Cosas malas, al final de cuentas, porque las cosas son como son aunque se quieran maquillar. Pero soy consciente de que, sin importar cómo y dónde esté, puedo elegir.
Y pensando en el 2022, escojo tener fe. Si, esa fe ciega que tanto se critica. Porque, viéndolo fríamente, no existe una fe ciega. Siempre elegimos teniendo algún tipo y cantidad de información. Con base en ella nos decantamos por una, otra o aquella otra elección. Y en el caso de una fe ciega, la defino como una confianza al 100% en mi y en mis posibilidades. No son infinitas, pero ese hecho no me va a detener de tratar de llegar al límite y, ¿por qué no? quizá presionar un pelín más.
…si podés escojer entre un pedazo de basura maloliente y una joya, ¿para qué escoger la basura?
Escojo tener fe porque incluso el no escoger es una elección en si mismo. Y escojo tener fe porque tengo la expectativa de que las cosas van a ir para bien. Y acá aplica el mismo principio anterior. Decir que hay que ir por la vida sin tener expectativas es, en si mismo, una expectativa. Y si podés escojer entre un pedazo de basura maloliente y una joya, ¿para qué escoger la basura?

Aunque lo publiqué hoy, escribí este artículo en un vuelo de regreso de Nueva York a mi país de residencia actual. No lo cuento por presumir. Le he enseñado a mis hijos que cada viaje que hemos podido hacer es un regalo y una bendición de Dios para nosotros y que hay que agradecerlo y a nivel de familia fue especial por todo lo que hicimos y en las circunstancias en que logramos hacerlo. Conocí algunos lugares que tenía pendientes, conocí personas muy especiales, vi muchas personas en necesidad, otras sin hogar que pasaban frío en las calles y hasta conocí al ciego Joe que me gritó por no entenderle bien cuando le quise ayudar en un supermercado. De todos modos, siempre le dije a la cajera que me atendió que atrás estaba Joe enojado y alguien del supermercado fue a ayudarle.
Por esas cosas es que escojo tener fe. Para sacar adelante a mi familia, para poder servirle de la mejor manera a mis clientes, para apoyar a quienes me siguen, para ayudar a construir mejores líderes, un mejor país y un mejor mundo para todos y hasta para poder regresar pronto a Nueva York o a la bella Madrid, que tanto añoro.
Escojo tener fe en un 2022 que será mejor, no por lo que traiga sino por cómo lo enfrentaré.
¿Qué vas a escoger vos?
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